viernes, 10 de octubre de 2008

“La Tabla Rasa” 5: El femenismo radical

La tentación de la “ingeniería social” ha estado presente en las grandes experiencias nacionales del siglo XX. El marxismo, el fascismo y el nazismo son sus exponentes máximos. El “hombre nuevo” bolchevique se abrió camino por la violencia y la represión. Esa senda luego fue recorrida por el fascismo italiano y tomada con mayor dureza por el nacionalsocialismo alemán. Pero la tentación del ingeniero que diseña nuevas relaciones humanas no ha quedado circunscripta al ámbito político y económico; tambien Le Corbusier soñó con ciudades “donde renazca la humanidad” y dónde no existieran los lugares habituales por todos conocidos, en aras a nuevas ideas sobre como deben trabajar y descansar las personas. En 1975 Simone de Beauvoir decía “No se debería permitir a ninguna mujer que se quedara en casa para criar a sus hijos. La sociedad tendría que ser completamente distinta. Las mujeres no deberian tener esa opción, precisamente porque si existe tal opción, demasiadas mujeres la van a tomar” (citado en La Tabla Rasa de S. Pinker, pág. 258). Gloria Steinem, Betty Friedan, Catherine MacKinnon, Carol Gilligan y otras plantearon opciones de “liberación de la mujer” que, al estilo bolchevique, se inclinaban por la ingeniera social como modo rápido de lograr cambios radicales en la convivencia humana y en sus defectos (reales o supuestos). De esta forma se han desarrollado movimientos ideológicos que negaban cualquier diferencia genética entre hombres y mujeres, considerando que su mero reconocimiento serviría para remachar las fronteras de la discriminación. Así en las escuelas se estableció que los niños debían abandonar las actividades habituales, castigando los que corrieran, jugaran al futbol o a policías y ladrones. 

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